Virgen de los dolores
Los siete dolores de la Santísima Virgen María.
Primer Dolor - La profecía de Simeón (cf. Lucas 2,22-35)
Segundo Dolor - La huida a Egipto (Mateo 2,13-15)
Tercer Dolor - El Niño perdido en el Templo (Lucas 2,41 -50)
Cuarto Dolor - María se encuentra con Jesús camino al Calvario (IV Estación del Vía Crucis)
Quinto Dolor - Jesús muere en la Cruz (Juan 19,17-39)
Sexto Dolor - María recibe el Cuerpo de Jesús al ser bajado de la Cruz (Marcos 15, 42-46)
Sexto Dolor - María recibe el Cuerpo de Jesús al ser bajado de la Cruz (Marcos 15, 42-46)
Séptimo Dolor -Jesús es colocado en el Sepulcro (Juan 19, 38-42)
junto a la cruz, y lloraba
mientras el Hijo
pendía;
cuya alma triste y llorosa,
traspasada y dolorosa,
fiero cuchillo
tenía.
¡Oh
cuán triste y afligida
estaba la
Madre herida,
de tantos tormentos llena,
cuando triste
contemplaba
y dolorosa miraba
del Hijo amado la pena!
¿Y
cuál hombre no llorara
si a la
Madre contemplara
de Cristo en tanto dolor?
¿Y quién no se
entristeciera,
Madre piadosa, si os viera
sujeta a tanto rigor?
Por
los pecados del mundo,
vio a Jesús en tan profundo
tormento la dulce Madre.
Vio
morir al Hijo amado
que rindió desamparado
el espíritu a su Padre.
¡Oh
dulce fuente de amor!,
hazme sentir tu dolor
para que llore contigo.
Y que, por
mi Cristo amado,
mi corazón abrasado
más viva en él que conmigo.
Y,
porque a amarlo me anime,
en mi corazón imprime
las llagas que tuvo en sí.
Y de
tu Hijo, Señora,
divide conmigo ahora
las que padeció por mí.
Hazme
contigo llorar
y de veras lastimar
de sus penas mientras vivo;
porque acompañar
deseo
en la cruz, donde lo veo,
tu corazón compasivo.
¡Virgen
de vírgenes santas!,
llore ya con ansias tantas
que el llanto dulce me sea;
porque su pasión y muerte
tenga en mi alma de suerte
que siempre sus penas vea.
Haz
que su cruz me enamore
y que en ella viva y more
de mi fe y amor indicio;
porque me inflame y encienda
y contigo me defienda en el día del juicio.
Haz
que me ampare la muerte
de Cristo, cuando en tan fuerte
trance, vida y alma estén;
trance, vida y alma estén;
porque, cuando quede en calma
el cuerpo, vaya mi alma
a su eterna
gloria. Amén
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