viernes, 14 de septiembre de 2012

La estructura arquitectónica de nuestras iglesias.



La estructura arquitectónica de nuestras iglesias.

 

El origen de la arquitectura característica de nuestros templos tiene fecha: siglos XI y XII de nuestra era cristiana.

La fe cristiana arraigada profundamente en los hombres y mujeres de la época medieval dio origen a obras maestras de literatura, y otras expresiones artísticas como la arquitectura, la pintura, y todo el arte.  Esto tiene su punto culminante en la creación de las catedrales.  De aquí debemos tener en cuenta algunas notas características para entender la estructura arquitectónica de nuestras iglesias.

Ante el aumento de feligreses, cada pueblo deseaba tener su propio templo, un bello lugar para la celebración de la liturgia con dignidad y solemnidad y permanecer en oración atraídos por la veneración de las reliquias de los santos.
Lo propio del tiempo: largas naves para acoger a numerosos fieles, iglesias muy sólidas, con gruesos muros, bóvedas de piedra y líneas sencillas y esenciales.  Apareció también la escultura como una novedad.  Y todo tenía una intención educativa.  Puesto que era preciso suscitar en las almas impresones fuertes, sentimientos que pudieran incitar a huir del vicio, del mal y a practicar la virtud, el bien, el tema recurrente era la representación de Cristo como juez universal, rodeado de los personajes del apocalipsis.  Esta representación se encuentra en especial en la puerta de las iglesias románicas, para subrayar que Cristo es la Puerta que lleva al cielo.  Los fieles, al cruzar el umbral del edificio sagrado, entran en un tiempo y en un espacio distintos de los de la vida cotidiana. En la intención de los artistas, más allá del portal de la iglesia, los creyentes en Cristo, soberano, justo y misericordioso, podían saborear anticipadamente la felicidad eterna en la celebración de la liturgia y en los actos de piedad que tenían lugar dentro del edificio sagrado.

 En Francia se difundió la llamada arquitectura góticacon dos características nuevas respecto al románico, que eran el impulso vertical y la luminosidad. Las catedrales góticas mostraban una síntesis de fe y de arte expresada con armonía mediante el lenguaje universal y fascinante de la belleza, que todavía hoy suscita asombro. Gracias a la introducción de las bóvedas de arco ojival, que se apoyaban en robustos pilares, fue posible aumentar considerablemente la altura. El impulso hacia lo alto quería invitar a la oración y él mismo era una oración. De este modo, la catedral gótica quería traducir en sus líneas arquitectónicas el anhelo de las almas hacia Dios.

 Además, con las nuevas soluciones técnicas adoptadas, los muros perimétricos podían ser perforados y embellecidos con vidrieras polícromas. En otras palabras, las ventanas se convertían en grandes imágenes luminosas, muy adecuadas para instruir al pueblo en la fe. En ellas —escena tras escena— se narraba la vida de un santo, una parábola u otros acontecimientos bíblicos. Desde las vidrieras coloreadas se derramaba una cascada de luz sobre los fieles para narrarles la historia de la salvación e implicarlos en esa historia.
Otra cualidad de las catedrales góticas es que en su construcción y su decoración, de modo diferente pero coral, participaba toda la comunidad cristiana y civil; participaban los humildes y los poderosos, los analfabetos y los doctos, porque en esa casa común se instruía en la fe a todos los creyentes. La escultura gótica hizo de las catedrales una "Biblia de piedra", representando los episodios del Evangelio e ilustrando los contenidos del año litúrgico, desde la Navidad hasta la glorificación del Señor. En aquellos siglos, por otro lado, se difundía cada vez más la percepción de la humanidad del Señor, y los sufrimientos de su Pasión se representaban de modo realista: el Cristo sufriente (Christus patiens) se convirtió en una imagen amada por todos, que inspiraba compasión y arrepentimiento de los pecados. 
 
No faltaban los personajes del Antiguo Testamento, cuya historia llegó a ser familiar para los fieles que frecuentaban las catedrales, como parte de la única y común historia de salvación. La escultura gótica del siglo XIII, con sus rostros llenos de belleza, de dulzura, de inteligencia, revela una piedad feliz y serena, que se complace en difundir una devoción sentida y filial hacia la Madre de Dios, vista a veces como una mujer joven, sonriente y materna, representada principalmente como la soberana del cielo y de la tierra, poderosa y misericordiosa. A los fieles que llenaban las catedrales góticas les gustaba encontrar en ellas expresiones artísticas que les recordaran a los santos, modelos de vida cristiana e intercesores ante Dios. Y no faltaron las manifestaciones "laicas" de la existencia: en muchas partes aparecían representaciones del trabajo en los campos, de las ciencias y de las artes. Todo estaba orientado y se ofrecía a Dios en el lugar donde se celebraba la liturgia. Podemos comprender mejor el sentido que se atribuía a una catedral gótica, considerando el texto de la inscripción grabada en el portal central de Saint-Denís, en París: "Visitante, que quieres alabar la belleza de estas puertas, no te dejes deslumbrar ni por el oro ni por la magnificencia, sino más bien por el fatigoso trabajo. Aquí brilla una obra famosa, pero quiera el cielo que esta obra famosa que brilla haga resplandecer los espíritus, a fin de que con las verdades luminosas se encaminen hacia la verdadera luz, donde Cristo es la verdadera puerta". 

"Durante siglos los artistas mojaron su pincel en el alfabeto colorido que era la Biblia", escribió Marc Chagall, un artista que testimonió el encuentro entre estética y fe. Cuando la fe, especialmente celebrada en la liturgia, se encuentra con el arte, se crea una sintonía profunda, porque ambas pueden y quieren hablar de Dios, haciendo visible al Invisible. 

La fuerza del estilo románico y el esplendor de las catedrales góticas nos recuerdan que la via pulchritudinis, el camino de la belleza, es una senda privilegiada y fascinante para acercarse al misterio de Dios. ¿Qué es la belleza, que escritores, poetas, músicos, artistas contemplan y traducen en su lenguaje, sino el reflejo del resplandor del Verbo eterno hecho carne? Afirma san Agustín: "Pregunta a la belleza de la tierra, pregunta a la belleza del mar, pregunta a la belleza del aire dilatado y difuso, pregunta a la belleza del cielo, pregunta al ritmo ordenado de los astros; pregunta al sol, que ilumina el día con su fulgor; pregunta a la luna, que mitiga con su resplandor modera la oscuridad de la noche que sigue al día; pregunta a los animales que se mueven en el agua, que habitan la tierra y vuelan en el aire; a las almas ocultas, a los cuerpos manifiestos; a los seres visibles, que necesitan quien los gobierne, y a los invisibles, que los gobiernan. Pregúntales. Todos te responderán: "Contempla nuestra belleza". Su belleza es su confesión. ¿Quién hizo estas cosas bellas, aunque mudables, sino la Belleza inmutable?" (Sermo CCXLI, 2: p l38, 1134).

La estructura clásica de nuestros templos está basada en una cruz, lo que indica que desde la cruz, todos los fieles unidos a Cristo Sacerdote, nos ofrecemos al Padre como ofrenda de alabanza buscando su misericordia. 

En nuestros días hay estilos muy diferentes; templos en los que se prefiere la posibilidad de acoger a muchísimos fieles, no hay una estructura común o característica pero queda algo que nos recuerda la búsqueda constante del hombre: la torre, que nos obliga a levantar la mirada hacia el cielo.  Siempre que escuchamos el anto de las campanas levantamos nuestras miradas hacia el origen del sonido, es nuestro ser completo que busca escuchar la voz de Dios que nos habla.
 


Construída entre 1974 y 1976, la nueva Basílica tiene un diseño circular de forma que la Imagen puede ser vista desde cualquier punto de la iglesia. La estructura circular tiene 100 metros de diametro, y puede acomodar hasta 50.000 fieles. El coro esta ubicado entre el altar y los fieles para indicar que el también es parte de ellos. A los costados se encuentran las capillas del Santísimo y de San José. En el piso superior hay otras 9 capillas. Bajo la planta principal se encuentra la cripta con 15.000 nichos y 10 capillas.
Sus siete puertas en el frente son una referencia a las siete puertas de Jerusalén a las que se refirió Cristo. (tomado de  

ww.sancta.org/basilica_s.html - 11k  )


Ayer, domingo, disfrutamos del impresionante río humano que corre en Aparecida todos los fines de semana. Uno disfruta contemplando ese espectáculo desde la pasarela, y metiéndose entre la gente para percibir la variedad de rostros, sonrisas y palabras que colorean los senderos. Cientos de colectivos con gente de todo el país llenan el inmenso estacionamiento de la basílica, y todos los domingos del año vienen unas 150.000 personas.(   tomado de http://www.revistacriterio.com.ar/iglesia/diario-de-aparecida-ii/    )





No hay comentarios:

Publicar un comentario

Me gustaría recibir sugerencias y apreciaciones sobre estos escritos.