sábado, 6 de diciembre de 2014

¡Qué alegría!


¡Qué alegría!

Se inicia un nuevo año litúrgico con la preparación hacia la navidad, con la corona de adviento que va contando los cuatro domingos, los pasos que Dios da hacia nosotros y que nos pide que caminemos hacia Él, advirtiendo su cercanía y la necesidad de preparación.

Reconocemos nuestra realidad y vemos cuánta falta nos hace vivir según las enseñanzas que hemos recibido desde nuestra niñez; cuántos días hemos escuchado su palabra y no hemos respondido con generosidad; cuántos años han pasado mientras nos proponemos cambiar actitudes y cumplir nuestras responsabilidades y nada de nada.

Hoy que tenemos tanta necesidad de un mundo mejor volvemos a invocar al Señor con la certeza de que nos mostrará su misericordia.  Pero también reconocemos que es preciso caminar por senderos nuevos, conocidos por nosotros porque Él nos ha llevado por ahí,: el amor a nuestros hermanos, el amor sincero a Dios, el puntual cumplimiento de nuestras tareas.

Bendito Dios que se acerca a nosotros; Bendito Dios que se hace hombre para enseñarnos a vivir verdaderamente como hombres, con amor y respeto, con fidelidad y generosidad, con puntualidad y atención a todos los que viven junto a cada uno de nosotros; hermanos e hijos de Dios.