¿Qué queda de tanto mal? ¿Acaso la maldad humana tiene límites?
Después de muchos días de no ver cine, y por el furor de la saga que ha estrenado la película Iron Man 3, me decidí a ver la uno, al menos para ponerme al tanto y para poder entender si es que veo las siguientes. Me llamó la atención el tema: después de crear armas de destrucción, cuando padece el protagonista el terror que ha creado, cuando ve las consecuencias que trae su negocio, decide acabar con sus propias armas, dedicarse a hacer algo útil para la humanidad.
Y las cosas que vienen junto: un socio que se aprovecha de los conocimientos y de los planes del sabio inventor.
Un amigo ante el gobierno y una chica hermosa que le pone romance a la película.
Qué difícil es renunciar a lo que se ha hecho durante tanto tiempo. Muchos se alarman, el negocio pierde más de la mitad de sus ganancias, el socio abusivo no permite la retirada.
Este tema me recordó unos comentarios del Papa Juan Pablo II en un libro: Memoria e Identidad. Le preguntan por qué el mal en el mundo, si acaso el mal tiene límites, si acaso el hombre se puede cansar de tanto mal, ¿dónde está la presencia de Dios en esos momentos?, ¿por qué Dios no actúa ante el mal que el hombre causa? Responde el Papa reflexionando sobre la misericordia de Dios, que respeta la libertad humana y que espera que el hombre se encharque en su maldad hasta que ya no pueda más y entonces de tanto mal saca algo mejor. Es la experiencia tras la segunda guerra mundial, la invasión alemana a su patria y la matanza de tantos hombres: judíos, rusos, polacos, gitanos, enfermos, despreciables, sacerdotes, religiosos, etc. Dios da tiempo al hombre para refundirse en su maldad. Y siempre Dios va a manifestar su misericordia.
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